Debido al DNU, firmado por el presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el que se establece, para todas las personas que habitan en el país o se encuentren en él en forma temporaria, la medida de “aislamiento social, preventivo y obligatorio”, a fin de mitigar el contagio desmedido de este virus y el colapso del sistema sanitario; se produjo una pausa en la actividad económica a excepción de aquellas que estén contempladas dentro de las esenciales como la producción de alimentos y medicamentos, y los trabajadores del sistema de salud y de seguridad.
Este decreto obligó a todos a resguardarse en sus casas hasta el 31 de marzo, en un principio y luego fue extendido por el presidente hasta día el 12 de abril, incluido. Se calcula que, para entonces, Argentina alcanzaría el pico máximo de contagio, por lo que interrumpir la cuarentena obligatoria antes sería un despropósito.
El aislamiento social es fundamental en la lucha por proteger la salud y la integridad física de los ciudadanos frente a esta pandemia, pero a su vez implica una gran dificultad para las industrias que requieren mano de obra y también para quienes trabajan de forma independiente y quienes no pueden trabajar desde sus casas ni prescindir del contacto con la gente.
Es necesario adaptarse a nuevas formas y modalidades lo más pronto posible para evitar que las industrias y empresas medianas y pequeñas dejen de funcionar completamente.
Por lo pronto, y por una cuestión de prioridades, hoy sólo resta tomar todas las precauciones necesarias para combatir al coronavirus con todo lo que pueda aportar cada uno desde su hogar, sumando un grano de arena a esta lucha que sacudió al mundo y que no nos permite mirar para otro lado, aún.